No dulce sin espacios que ocultan
mentiras, ni entristecen la salinidad
de las lágrimas al suavizar la boca
por la que salen, sin ver en la dirección
cuales cogen, la lluvia entorpece la visión
borrosa nacida entre la maleza de espino
y la caricia de una rosa.
Verbo amante del ser hiriente aúlla
al latir de un corazón sin cuerpo; en
silencio calla la gota de sangre que
emerge de la piel rota, quebradiza
de mármol que porta está alma inerte.
Un silbido se cuela en la mente tarumba
de una ya vieja amiga, de palabra arrugada
y mirada entristecida; de pensamiento
tortuoso, tenebroso que al compás del tiempo
baila; marca el ritmo la agujas de un reloj
de seda humedecida con agua de rosas y
engranajes de espino.
mentiras, ni entristecen la salinidad
de las lágrimas al suavizar la boca
por la que salen, sin ver en la dirección
cuales cogen, la lluvia entorpece la visión
borrosa nacida entre la maleza de espino
y la caricia de una rosa.
Verbo amante del ser hiriente aúlla
al latir de un corazón sin cuerpo; en
silencio calla la gota de sangre que
emerge de la piel rota, quebradiza
de mármol que porta está alma inerte.
Un silbido se cuela en la mente tarumba
de una ya vieja amiga, de palabra arrugada
y mirada entristecida; de pensamiento
tortuoso, tenebroso que al compás del tiempo
baila; marca el ritmo la agujas de un reloj
de seda humedecida con agua de rosas y
engranajes de espino.
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