Siento como el vacío se clava en mi pecho,
como el aire deja de serle útil a mis pulmones
como el latido de mi corazón, abandona sin
cuestionar la razón, una razón de peso.
Lentamente alterando cada molécula y
átomo de mi cuerpo, va escogiendo un
camino propio sin pensar, sin sentir,
sin elegir, saben muy bien
qué es lo que están haciendo.
La desintegración de mi alma da
comienzo luces, como de luciérnagas
se alzan al vuelo a la luz de la luna y
al cobijo de su sombra.
Brisa, una brisa las arrastra hasta el
centro de un bosque desierto donde se
perderá su pista, donde cada paso da
comienzo del final que siempre estuvo
esperando, a pesar de ello una parte de ella,
se niega a marcharse, y la otra coge el impulso
para desplegar sus alas las cuales heridas y
rotas las arrastró estando en vida… una vida sin
risas y llenas de lágrimas tan grandes como el
vasto océano y frías como el hielo.
Plegarias sin creencias mencionaba sus
cuerdas vocales, un silencio tan atronador
que movió el suelo que pisaba y en él,
allí mi cuerpo ya descansaba, ella, mi alma se
despidió de la tortura que le atormentaba
con una sonrisa casi de oreja a oreja y a la
vez con tristeza en su mirada, despidiéndose
de los ángeles que le acompañaba en vida;
quedándose en el oscuro, frío y desolador
mundo del cual huían, solo que una
logró hacerlo y … no fue la mejor de las maneras,
si no la más cobarde de todas.
como el aire deja de serle útil a mis pulmones
como el latido de mi corazón, abandona sin
cuestionar la razón, una razón de peso.
Lentamente alterando cada molécula y
átomo de mi cuerpo, va escogiendo un
camino propio sin pensar, sin sentir,
sin elegir, saben muy bien
qué es lo que están haciendo.
La desintegración de mi alma da
comienzo luces, como de luciérnagas
se alzan al vuelo a la luz de la luna y
al cobijo de su sombra.
Brisa, una brisa las arrastra hasta el
centro de un bosque desierto donde se
perderá su pista, donde cada paso da
comienzo del final que siempre estuvo
esperando, a pesar de ello una parte de ella,
se niega a marcharse, y la otra coge el impulso
para desplegar sus alas las cuales heridas y
rotas las arrastró estando en vida… una vida sin
risas y llenas de lágrimas tan grandes como el
vasto océano y frías como el hielo.
Plegarias sin creencias mencionaba sus
cuerdas vocales, un silencio tan atronador
que movió el suelo que pisaba y en él,
allí mi cuerpo ya descansaba, ella, mi alma se
despidió de la tortura que le atormentaba
con una sonrisa casi de oreja a oreja y a la
vez con tristeza en su mirada, despidiéndose
de los ángeles que le acompañaba en vida;
quedándose en el oscuro, frío y desolador
mundo del cual huían, solo que una
logró hacerlo y … no fue la mejor de las maneras,
si no la más cobarde de todas.
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