miércoles, 5 de septiembre de 2018

Un cerezo

El rugido del viento acaricia 
con suavidad la roca del acantilado
desde el que observo cada atardecer
desde hace años.

El grito del silencio acaricia 
con delicadeza cada tramo de mis 
recuerdos, recuerdos borrosos 
acumulados durante más años
de los que recuerdo…

La suavidad del frío arranca
con rabia y tristeza cada presencia 
tuya, fotografías que se congelan,
melodías que se van distorsionando 
a medida que las voy olvidando,
un vacío se apodera de cada rincón 
de la que era nuestra habitación,
durante los meses donde los árboles
se tiñen de rojo y cobre.

La ternura con la que olvido 
hace mella en mi alma y en mi 
corazón no tiene precio,
mil años han pasado desde que 
abandonaste las miradas que lo 
decían todo, silencios que gritaban
por nosotros y caricias que cualquier
pétalo de rosa o pluma pudiese envidiar…

Quisiste desaparecer, me borraste 
de tu vida y sin embargo me convertiste 
en lo que soy ahora…
Un recuerdo entre palabras, el reflejo de un 
recuerdo en un espejo, un recuerdo 
entre versos escritos bajo un cerezo, 
en un atardecer en primavera… era Marzo… 

(...Ambos fingimos perfectamente lo que no sentíamos…)

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